




Normalmente utiliza modelos delgadas, que en ocasiones recuerda a la modelo de pasarela desposeídas de su función de percha. Privadas de cualquier elemento que pueda expresar su individualidad, uniformadas y homogeneizadas, permanecen atentas a las órdenes de Beecroft.
Sin poder hablar, sin poder moverse de su emplazamiento, sin poder comunicarse con el público, un pequeño ejército femenino posa obediente. Como estáticas divinidades ensimismadas, alejadas de la realidad, ajenas a su entorno, ignorándolo pero interactuando inevitablemente con él con su presencia. Estas relaciones emocionales son básicas en la obra de Beecroft, sus trabajos se basna en las relaciones que se establecen entre las modelos y el público, entre cada uno los individuos y en el conjunto. Y a la vez, todo este proceso interrelacionado nace de la interacción de las propias modelos con ellas mismas.
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